Estupenda velada, que junto con la charla-coloquio distendida y la sinfonía de olores y sabores se creó un ambiente de hermanamiento de los que nos gusta presumir en nuestras jornadas de La Mesa Redonda de la Tortosa Templaria.

 

En un tiempo la cena medieval tenía una estructura muy diferente a una cena en tiempo actual.

 

Comenzamos con unos aperitivos: puerros con miel, puré de cebada, melón con pepino.

 

Pasamos directamente al plato fuerte: pato con ciruelas y orejones de albaricoque.

 

A continuación, una contundente sopa de gallina.

 

Seguimos con un “flaó” (elaboración típica a forma de pasta) de berenjena, donde las especies eran lo que más predominaba.

 

Continuamos con un trinchado de col y otros platillos de verduras diversas, donde las especies continuaban teniendo una destacada presencia, al estilo de la época.

 

Como final, y no menos contundente, la fiesta gastronómica exclusiva terminó con un “menjar blanc” (como unas natillas) de calabaza, con jengibre y canela y un pastel de frutos secos con fruta seca.

 

A todo buen yantar se debe acompañar de buenos caldos para redondear la fiesta y tener placer completo.

 

Para empezar el ágape un excelente vino blanco de crianza, de elaboración totalmente artesanal y en exclusiva para la cena. Luego apareció “La Dolores”, un exquisito vino negro, de una variedad de uva muy antigua, que quizás ya existía en la época.

 

Y para finalizar, la guinda del pastel, nunca mejor dicho… Para acompañar el postre un vino especialmente elaborado con miel y especies.

 

 

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